- ¿Cómo de tarde llego? – preguntó
él.
- Tarde. Llegas tarde para
acostumbrarte a mis días nublados y a ganarte los buenos. Tarde al desayuno y a
mis despertares enfadados. Llegas tarde a cualquier lugar que esté a mi lado, a
compartir té y rutinas; a verme disfrutar cantando en la ducha. Llegas tarde a
las tardes de lluvia, que en el Norte pesan más, pero no te echan de menos;
tarde como el sol cuando lo esperas y no sale. Llegas tarde a quedarte, y qué
rabia que llegues tan tarde a donde nunca tuviste intención de estar. –
respondió ella.
Á
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