martes, 29 de marzo de 2016

They'll name the city after us.

Perdimos la noción del tiempo y la razón que nos juntó, ni siquiera sabemos qué hacemos aquí. Lo desconocido nos hizo desconocer hasta el día que es, guiarnos por el sol, lluvia y mareas, desconectar. No saber nos ha hecho inseparables, invencibles. Hablamos de todo y a la vez de nada, nuestro punto de reunión puede ser arena, roca o madera; cigarro en mano y bolsa de pipas para una tarde salada, porque en ningún otro lugar saben igual. Cada cual llega a su hora, a su manera y con unas ganas de resolver el mundo similar a las de un niño creyéndose un superhéroe, de los del comic. Cero televisión y teléfono, nos gusta discutir, y cada uno saca la mejor versión de sí mismo haciéndolo.

Celia nos calma, y nos aguanta, porque de arreglar el mundo es la única que tiene un poco de idea. A veces Julia se enfada, y su mente es un delirio incontrolado, entonces se enciende otro cigarro y se sube a lo más alto del lugar; allí es cuando la belleza nace a través de sus palabras. Y seguimos charlando, sobre el amor, la política y otros temas de los cuales creemos tener experiencia cuando en el fondo no tenemos ni puta idea. Muchas veces hablamos sin pensar, pero nos escuchamos, y sabemos que aunque quizás nunca seamos tan ricos como queramos imaginar, ya lo somos al tenernos los unos a los otros, siempre, codo a codo, cada verano.

Decimos y hacemos cuanto queremos, dejamos que cada uno critique y se enfade a su gusto y manera, resolviéndolo todo con un buen baño de agua fría, fresca y liviana como un culín de sidra recién escanciado. Hemos establecido nuestras propias normas de sociedad, ataque y mundo; basándonos en la simplicidad de que aquí, no existe norma alguna. La música nos sana cuerpo y alma, y nos hace reivindicar que el mundo sería un lugar mejor si todo se pareciera un poco más a esto. Nos reímos con Alfie, porque no hay nadie que tenga tanta felicidad por kilo de grasa en el cuerpo, y dejamos que Mateo siga discutiendo, sobre lo negro que está todo, y sobre como él sabrá resolverlo con su propia revolución.

Aquí el mundo se reduce a esto, a palabras con ganas de vencer y acabar con todo, que acaban silenciándose al llegar la séptima ola; ahí es cuando el Norte se inunda de nuestra risa. Y los días acaban igual que empiezan, amaneciendo juntos en un antro, playa o prao; horas arrastradas pero nunca perdidas. Horas que se reducen a nosotros frente al mar, huyendo por un tiempo de la gris realidad que nos rodea; y ahí es cuando nos convertimos en los reyes de nuestro tiempo y mente, volviéndonos absolutamente todo en la nada del resto.

Á

lunes, 7 de marzo de 2016

Pequeña de dudas infinitas

“¿Y ahora qué?” se preguntaba durante horas,
Inundando su cama de suspiros por recoger.
Al igual que su ropa, amontonada después de largos días.
Esos que terminaban comiéndose sus noches,
Y que dejaban de existir,
Como sus bailes de valiente en luna llena.

Cada anochecer la habitación se llenaba de dudas,
La cama sin hacer miraba al techo con ojos de perdida,
Al igual que ella.
“¿Y ahora qué?”, de nuevo, una vez tras otra
Esperando encontrar una excusa para dejarlo todo,
Y salir de este gris oscuro que empezaba a teñir su sonrisa.

No era el tabaco ya, eran las dudas e incertidumbres, y el cielo,
Pero sobre todo las certezas,
Certeza de que una vez más, lo que ella anhelaba,
No sería lo  que verdaderamente le iba a pasar.
“¿Y ahora qué?”, quien juega con fuego, acaba quemándose.
Y en quemarse ya tenía experiencia.

Hoy no, pensaba, hoy tampoco le preguntará nada.
Hoy no es tan fuerte como ella cree que es,
Hoy no puede arriesgarse.
¿Para qué? Su eterno sinsentido.
Siempre dispuesta a perderse 
sin conocimiento seguro alguno,
de que alguien vaya a salir a buscarla.


“¿Y ahora qué?”

Á