Aquí están tus horas en blanco. Un paréntesis mullido que no entiende de urgencia ni de agenda. El solsticio de verano traerá noches estrelladas con la brisa ensortijada entre el pelo. Los días se alargan, las noches también, y no estás soñando. Como una invitación a descalzarte para sentir que en la vida hay que aligerar la carga. El inicio de las vacaciones también significa la posibilidad de empezar algo nuevo, tal vez la promesa de tratarse a una misma con más indulgencia, incluso cuando la inseguridad o la duda se presenten sin avisar. Nos las llevaremos de paseo, y juntas buscaremos una sombra donde arreglar las cosas. Mientras el sol se sumerge en el mar como un enorme lunar rojo, un ave marina sobrevuela la postal del atardecer. La línea esmeralda que se pierde en el horizonte te hace pensar en todo lo que puede esconderse detrás de lo que vemos. Aprender a transitar por los puntos suspensivos de la vida, impedir incluso que la incertidumbre nos paralice y que la contrariedad nos bloquee. “Recargar las pilas”, dice la gente, porque el descanso nos procura energía pero, sobre todo, esperanza. La fantasía parece más cercana. Incluso real. Y sus cosquillas acuden como una revelación, hasta conmovernos. Esa es la felicidad, una colección de pequeños instantes en los que somos más verdaderos.
En la hamaca la escena suele estar acompañada de azules, el color rey por antonomasia, que simboliza a la par seguridad y placidez, belleza rotunda y pureza. El primer homínido hedonista que descubrió cómo la caricia del sol era capaz de abrir el grifo del placer, supo que bastaba con mirarlo con los ojos cerrados. El calor posándose encima del cuerpo. Un calor humano, capaz de derretir el alma que se va perlando en gotas de sudor. El mercado no ha hecho más que sofisticar ese símbolo que tan bien podría emparentarse con la cultura de la indolencia. La exhibición del placer que nace y muere en sí mismo. Pero también es cierto que broncearse es mucho más que un ritual de ocio, que significa una puerta hacia la nueva sensualidad. No hay mejor excusa para acariciar el yo hasta que una ligera brisa aletea sobre la toalla y se deja sentir en la cintura. Un soplo de aire en el flanco derecho asciende hasta las costillas y bambolea justo en el plexo solar hasta que muere, derrotado por los rayos de luz amarilla. La espalda siente la tela, el algodón rizado de la toalla, mientras los pies perciben la arena escurridiza o el quejido de la lona de la hamaca. Eso sí, como todo en la vida, hay que protegerse.
MarieClaire.
Suerte si te quedan examenes, el texto es alucinante. :)
ResponderEliminarQué pasada. Siento ya el verano en la piel.
ResponderEliminarsuerte!
ResponderEliminar(por cierto, me he emocionado con tu comentario ._.)
Flor de texto!
ResponderEliminarme ha encantado,tienes un hermoso blog.
Te felicito,sigue asi
Un besoo muy grande♥
Que chulada de foto ♥
ResponderEliminarEl inicio de las vacaciones también significa la posibilidad de empezar algo nuevo
ResponderEliminarsuerte con tus exámenes aza
¡Suerte con los exámenes! ;) Cerremos los ojos muy fuerte para que lleguen ya las vacaciones, los días de sol y playa...
ResponderEliminarwww.mycitymemories.blogspot.com