Hace justo una semana me levanté por última vez de tu cama, tú abrazándome para no permitírmelo y comiéndome a besos para convencerme de que me quedara. Parece mentira que todo este tiempo haya sido en vano, que hace una semana todo lo que habíamos llegado a ser se desvaneciera de tal forma, solo porque tú lo decidiste. Yo no fui la culpable de hacer florecer una amistad de la nada, tampoco la que lo quiso llevar todo al extremo, de 0 a 100 en días. Sin embargo, ahora soy yo la que se ve perdida, la que llora en silencio y la que echa de menos tus brazos rodeando mi cintura. Echo de menos tantas cosas, tus “salgo de casa 10 minutos antes y paso por tu room para darte un beso de buenos días”, pasar horas y horas abrazada a ti en el sillón mientras fuera las calles se volvían blancas. Echo de menos meter mis manos en tu abrigo verde mientras paseábamos, muertos de frío. Despertarnos a cualquier hora y seguir durmiendo, abrazados, comiéndonos a besos a oscuras, ya que ningún rayito podía entrar por tu ventana, que luego refunfuñaras, mientras me despedía e incluso llegabas a afirmar que la almohada era mejor compañera que yo ya que nunca se quejaba. Echo de menos que te rías de mi por lo desorganizada que soy y de lo mucho que tardo haciendo maletas, teniendo en cuenta que te podías pasar una tarde entera limpiando tu casa antes de que llegara. Echo de menos salir del baño de Irish y escucharte decir “sorpresa” y que me plantaras un beso, hablar contigo a altas horas de la madrugada y que te despidieras con un “descansa preciosa”.
"Ya no me acuerdo si tus ojos eran marrones o negros, como la noche o como el día que dejamos de vernos. Ya no me acuerdo ni de tu risa, ni de tu prisa por darme un beso. Ni qué botón de tu camisa desabrochaba primero".
Buuuaf, qué pedazo de entrada chica. Me has vuelto a dejar sin palabras!!
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