Y te responderé
con buen talante y porte:
¿Cómo voy a perder el Norte
si he nacido en él?
Á
domingo, 4 de diciembre de 2016
jueves, 1 de diciembre de 2016
Mentiras que no valen nada
Es cierto que nunca te he querido, siempre me ha gustado
mucho más tu personalidad que tú en persona. Siempre ha sido un amor platónico,
me enamoré de lo que creí que eras y cuando lo descubrí, aprendí que mi fe me
había jugado una mala pasada, otra de muchas.
Es cierto que nunca te he querido, ni me ha gustado pasear
contigo por el muro de la playa jugando con acrónimos mientras escapábamos de
la lluvia, o de nosotros, a estas alturas ya ni sé de qué hemos escapado desde
que nos encontramos. Solo sé que al encontrarte me perdí, a mí misma en ti y mi
tiempo sin estar a tu lado. Pero no, nunca te he querido, en mi cabeza ha sido
todo un juego, y como en los mejores juegos lo he apostado todo, un “all in”,
pero a ciegas; y ¿sabes? He ganado, o al menos lo he intentado.
Es cierto que nunca te he querido, ni me has dejado
llorando en un bordillo susurrándome a mí misma: “Big girls don’t cry”. No,
nunca te lo he permitido. ¿En qué cabeza cabe eso? Lo nuestro siempre ha sido
real aunque yo nunca te he querido, tampoco te he pensado o escrito, en la
arena, en el mar o entre lágrimas. Siempre te he olvidado en tus idas y
venidas, y nunca, nunca te he esperado. Dicen que “quien espera, desespera”,
así que yo simplemente me he limitado a olvidarte. No lo sabes, pero cada noche
en lo más alto te he olvidado, o al menos lo he intentado.
Creo que es cierto que nunca te he querido, ni que me has
llegado a importar; pero lo que de verdad sé que es cierto es que tú, nosotros
y estas líneas, son mentira.
Á
lunes, 28 de noviembre de 2016
Fuego
Si para no sentirte
tuviera que volver a nacer,
procuraría no pedirte fuego
como aquella primera vez.
Porque fue ese fuego
que además de arder,
ha incendiado mis veranos,
inundándome de cenizas
que no resurgen entre mis manos,
y me ha calado de quemaduras
que cada septiembre reabren las roturas,
que no sangran, pero supuran
en despedidas agridulces
del veraneante que se va.
tuviera que volver a nacer,
procuraría no pedirte fuego
como aquella primera vez.
Porque fue ese fuego
que además de arder,
ha incendiado mis veranos,
inundándome de cenizas
que no resurgen entre mis manos,
y me ha calado de quemaduras
que cada septiembre reabren las roturas,
que no sangran, pero supuran
en despedidas agridulces
del veraneante que se va.
Sin prisa pero sin pausa
Tenemos demasiados silencios pendientes
que llenar de versos sin prisa,
y besos sin pausa.
Á
que llenar de versos sin prisa,
y besos sin pausa.
Á
martes, 22 de noviembre de 2016
1-0
Soy de quien defiende que ganar
no es más que robarle tiempo al tiempo perdido,
porque discutir sin argumentos con el viento
es celebrar la batalla de quien la puerta cerró.
Soy de quien sonríe al recordar
que cierro más el ojo izquierdo cuando río,
y no del que apostó tanto al maldito tiempo
que sin llegar al final del partido, me perdió.
Á
no es más que robarle tiempo al tiempo perdido,
porque discutir sin argumentos con el viento
es celebrar la batalla de quien la puerta cerró.
Soy de quien sonríe al recordar
que cierro más el ojo izquierdo cuando río,
y no del que apostó tanto al maldito tiempo
que sin llegar al final del partido, me perdió.
Á
Lluvia 2.0
Siempre
ha sido nuestra, a la lluvia me refiero,
como los veranos de “orbayu”, goteras y humedades,
calados hasta los huesos pero nunca el uno del primero,
en los que solo hemos resistido una tormenta juntos, solo una,
la misma que nos convirtió en catarata y precipicio.
La lluvia es un “besar azul”, como diría Lorca,
desprende gotas que al infinito miran y hace vibrar las almas,
pero yo solo me empapaba de ciegos rechazos que ahorcan,
y ojos que me observaban desde la otra punta del bar,
cerrando cada verano la puerta con un seco pestañeo.
Allí lo único azul era la playa, en la que verte era peor
que contemplar las gotas estrellándose contra la ventanilla,
y lo único que quería era agarrar el coche con furor
limpiaparabrisas intermitente para barrer tu lluvia,
emborronando el horizonte, la playa y a ti.
Hoy solo me queda mi propia lluvia, nunca jamás compartida,
nuestros cuerpos empapados de sudores, pero fríos;
sudores de noches perdidas y silencios meditados,
sudores atrapados que algún día conseguirán borrar
toda la lluvia que cayó en nuestra playa y a ti.
Á
como los veranos de “orbayu”, goteras y humedades,
calados hasta los huesos pero nunca el uno del primero,
en los que solo hemos resistido una tormenta juntos, solo una,
la misma que nos convirtió en catarata y precipicio.
La lluvia es un “besar azul”, como diría Lorca,
desprende gotas que al infinito miran y hace vibrar las almas,
pero yo solo me empapaba de ciegos rechazos que ahorcan,
y ojos que me observaban desde la otra punta del bar,
cerrando cada verano la puerta con un seco pestañeo.
Allí lo único azul era la playa, en la que verte era peor
que contemplar las gotas estrellándose contra la ventanilla,
y lo único que quería era agarrar el coche con furor
limpiaparabrisas intermitente para barrer tu lluvia,
emborronando el horizonte, la playa y a ti.
Hoy solo me queda mi propia lluvia, nunca jamás compartida,
nuestros cuerpos empapados de sudores, pero fríos;
sudores de noches perdidas y silencios meditados,
sudores atrapados que algún día conseguirán borrar
toda la lluvia que cayó en nuestra playa y a ti.
Á
jueves, 17 de noviembre de 2016
Hoy por ti
De apellido alemán
y sangre caliente,
la encontré esperando
en una puerta,
hace cinco años ya,
y desde entonces
hace perder la cabeza
a quien tiene los cojones
de abrir la suya.
Es pequeña de estatura
pero desprende alma pura
y sana locura
por los cuatro costados.
Llega y te encuentra
cuando estás perdido,
arrasa contigo,
te mata a bailar
y te revive con sus “cuenta conmigo”.
Contagia realidad y certeza
y escucharla es una mezcla
entre bailar
al son de tu canción favorita,
y cantar a pleno pulmón
al compás de los versos más reales.
Con ella sí que los lunes
son menos lunes,
y si me apuras
son bastante sábado.
Y aunque haya nacido en él,
es capaz de perder el Norte,
y romper con todo,
por los que le importan.
Hoy pienso en la vida,
los cuentos que nos quedan por contar,
el “camino de utopías” que recorrer,
y el mundo que aún tenemos que arreglar.
Y repito, hoy, y siempre por ti compañera.
Á
la encontré esperando
en una puerta,
hace cinco años ya,
y desde entonces
hace perder la cabeza
a quien tiene los cojones
de abrir la suya.
Es pequeña de estatura
pero desprende alma pura
y sana locura
por los cuatro costados.
Llega y te encuentra
cuando estás perdido,
arrasa contigo,
te mata a bailar
y te revive con sus “cuenta conmigo”.
Contagia realidad y certeza
y escucharla es una mezcla
entre bailar
al son de tu canción favorita,
y cantar a pleno pulmón
al compás de los versos más reales.
Con ella sí que los lunes
son menos lunes,
y si me apuras
son bastante sábado.
Y aunque haya nacido en él,
es capaz de perder el Norte,
y romper con todo,
por los que le importan.
Hoy pienso en la vida,
los cuentos que nos quedan por contar,
el “camino de utopías” que recorrer,
y el mundo que aún tenemos que arreglar.
Y repito, hoy, y siempre por ti compañera.
Á
martes, 8 de noviembre de 2016
¿Qué pasa con el pasado que no pasa pero arrastras?
¿Qué pasa con el pasado que no pasa pero arrastras?
¿A dónde van a parar tus miedos que por miedo no quisieron
vivir?
¿Por qué ya no hay promesas prometidas que incumplías?
¿Cómo, una vez empezado el invierno, voy a lograr no escribir?
Que hace tiempo que te busco en el invierno de tus veranos,
donde llevas demasiado tiempo desalmado y sin estar,
porque en cuerpo nunca estabas y aun así yo te esperaba,
como quien espera cada madrugada, en sueños, contigo soñar.
Á
¿Por qué ya no hay promesas prometidas que incumplías?
¿Cómo, una vez empezado el invierno, voy a lograr no escribir?
Que hace tiempo que te busco en el invierno de tus veranos,
donde llevas demasiado tiempo desalmado y sin estar,
porque en cuerpo nunca estabas y aun así yo te esperaba,
como quien espera cada madrugada, en sueños, contigo soñar.
Á
jueves, 3 de noviembre de 2016
jueves, 27 de octubre de 2016
Tarde
- ¿Cómo de tarde llego? – preguntó
él.
- Tarde. Llegas tarde para
acostumbrarte a mis días nublados y a ganarte los buenos. Tarde al desayuno y a
mis despertares enfadados. Llegas tarde a cualquier lugar que esté a mi lado, a
compartir té y rutinas; a verme disfrutar cantando en la ducha. Llegas tarde a
las tardes de lluvia, que en el Norte pesan más, pero no te echan de menos;
tarde como el sol cuando lo esperas y no sale. Llegas tarde a quedarte, y qué
rabia que llegues tan tarde a donde nunca tuviste intención de estar. –
respondió ella.
Á
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